Una vez seco el ladrillo, es
alimentado el horno para su cocimiento que se efectúa aproximadamente a
1.000
o.C. y a fuego directo. Durante el progresivo aumento de la temperatura
hasta llegar a 1.000 o.C., se producen los cambios físicos y químicos que
le otorgan la dureza, durabilidad y calidad estructural deseada. |